miércoles, 30 de diciembre de 2009

De todo corazón

Siempre tenemos la posibilidad de ver las cosas de forma positiva, con buen humor incluso. Creo que fue Oscar Wilde quien dijo que la vida es demasiado importante como para tomársela en serio. Me parece una receta mágica, para afrontar los situaciones delicadas a las que irremediablemente tendremos que enfrentarnos.

Hoy he tenido la suerte de recibir una muestra de esta actitud. Una persona relacionada con mi trabajo, que sufrió un infarto hace unos meses, ha enviado a todos sus proveedores y clientes una felicitación de navidad. Y no ha sido una felicitación standard de mensajes enlatados. Su diseño es absolutamente personal, con un lema que reza "OS DESEAMOS, ESTE AÑO MÁS QUE NUNCA, FELIZ NAVIDAD DE TODO CORAZÓN", junto con un centenar de palabras todas ellas cargadas de positividad como sensibilidad, magia, amor a la vida, virtuosismo, acción, dignidad, dicha, inspiración, plenitud, nobleza, deseo, abundancia, emoción, armonía..., todas ellas puestas en círculo formando un corazón.

Me ha fascinado comprobar como, después de una experiencia sin duda difícil y traumática, alguien puede sobreponerse a ella y utilizarla de este modo para transmitir un mensaje tan contundente a toda la gente que te rodea, un mensaje de ilusión y de alegría de vivir, que engrandece al que lo envía y a quienes lo reciben.

Muchas gracias José. Eres todo un ejemplo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Del destino

El destino se podría definir como una especie de poder sobrenatural, que determina y guía la vida de los seres humanos, de forma ineludible, inevitable. Es una idea arraigada y discutida por la filosofía desde la antigua Grecia e incluso antes. Estar “predestinado” a algo implica que existe una causa anterior que justifica lo que hoy nos ocurre, y no podíamos hacer nada para impedirlo.

Al margen de esta discusión metafísica, me interesa hablar de esa interpretación del destino que nos bloquea e inmoviliza, hasta el punto de dar por hecho que hay cosas de nosotros mismos que no podemos cambiar, que tenemos un destino irremediable, o que nacimos predestinados para ser o vivir de una determinada manera.

En el plano de las relaciones afectivas, es muy romántica la idea de pensar que es el destino el que nos ha unido a alguien, y consolador, confortable, pensar que fue el destino quien también nos separó.

Pero para mí, “inventar” un poder externo llamado destino, no es más que otra manera de eludir la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros mismos. Lo que nos pasa en la vida, es únicamente lo que vivimos en el presente. El futuro es algo que no existe, y por tanto sobre lo que no podemos decidir. Es tan sólo una probabilidad, y todo el tiempo que dediquemos a pensar en él supone un sacrificio de nuestro tiempo presente.

Vivir el presente es lo que importa, porque es lo único que realmente tenemos. Como Facundo Cabral dice, cuidemos el presente, porque en él viviremos el resto de nuestra vida. Una forma de evadirse del presente es recordar, desear, lamentar, arrepentirse, esperar…

Idealizar el futuro, o creer que nuestro futuro ya está escrito, anula nuestra libertad de decidir y actuar hoy. Si vivimos pensando en un futuro ideal, viviremos en la esperanza de que algún día ese futuro llegue, y si no llega, pues tampoco pasa nada porque seguiremos pensando que algún día llegará; y así hasta que algún día nos demos cuenta de que ya es demasiado tarde, y que hemos empleado nuestra vida en “esperar”.

Otra consecuencia muy peligrosa de la aceptación de la predestinación, es asumir que somos de una determinada manera, “porque así lo ha querido el destino”. Es una de las formas en que formulamos la aceptación ineludible de “cómo somos”. Es una visión de nosotros mismos que, si nos resulta agradable y nos satisface, no representa ningún problema. Pero si nos provoca malestar, sufrimiento o angustia, “culpar” al destino nos impide actuar y hacer algo para cambiar: si estamos predestinados a ser así, obviamente, no podemos hacer nada para cambiarlo.

Por supuesto, es esta un visión de nuestra realidad que debemos rechazar, si aspiramos a ser felices y a vivir nuestra vida de la mejor manera posible. En otro comentario, hablaré sobre las trampas del “Yo soy así”.