lunes, 30 de noviembre de 2009

Del perdón

En las relaciones personales suelen plantearse conflictos que un muchos casos dan lugar a malentendidos, ofensas y agravios de todo tipo. La estrategia habitual en estos casos es dejar pasar el tiempo esperando que el tema se olvide o que el otro se disculpe por lo que ha hecho. Sin embargo, este planteamiento suele no funcionar y entonces aparece en escena un nuevo compañero de nuestras emociones llamado rencor.

El rencor es un sentimiento muy peligroso, pues nos mantiene permanentemente atados a una experiencia del pasado, ocupando un espacio en nuestros pensamientos, que lo único que nos aporta es infelicidad.

Creo que permitirnos destinar un espacio en nuestra mente al rencor, al resentimiento, es un acto de estupidez, pues nos contamina y absorbe parte de nuestra energía vital, sin obtener ningún beneficio de ello. Además, nos impulsa a protegernos de otras experiencias que puedan ser igualmente dolorosas, lo cual acaba perjudicando a nuestra capacidad de relacionarnos con los demás.

Es mucho mejor perdonar, pero de forma profunda y sincera, al que nos ha ofendido, y así liberarnos de esa rémora que nos ancla y nos impide centrarnos en el momento presente para seguir creciendo. El perdón debe ser completo, no del tipo “perdono pero no olvido”, pues precisamente lo que queremos es olvidar, hacer borrón y cuenta nueva. Eliminar completamente de nuestra mente ese recuerdo y el rencor que le acompaña.

Para perdonar al otro, tendrás que ponerte en su lugar, hasta entender que lo que hizo no fue un acto de maldad, sino la consecuencia de su incapacidad o torpeza a la hora de medir el alcance de sus actos.

No veas el perdón como un acto de generosidad por tu parte, pues quien realmente saldrá ganando con el perdón serás tú.

viernes, 27 de noviembre de 2009

De las emociones

Desde pequeños se nos ha dicho y hemos oído infinidad de veces que las emociones están fuera de control. Que si nos sentimos tristes, enfadados o alegres, no podemos evitarlo. Que las cosas que ocurren a nuestro alrededor son las que provocan esas emociones.

Incluso hemos aprendido a hacer responsables a los demás de cómo nos sentimos. Cuántas veces has dicho frases como:

Me estás ofendiendo

Me haces sentir como un tonto

Esta persona de pone enfermo

Los atascos me ponen muy nervioso

Me has hecho llorar

Pero las emociones no provienen de las cosas, sino que provienen de nuestros pensamientos acerca de esas cosas. Si mientras estamos fuera de casa se escapa el agua de la lavadora, en ese momento nosotros no “sentimos” nada; por que no sabemos lo que ocurrido y por tanto no tenemos ningún pensamiento acerca de ello. Sólo cuando llegamos a casa y vemos lo que ha ocurrido, un pensamiento entra en nuestra mente al respecto y lo normal es que ese pensamiento no sea muy alegre precisamente, porque automáticamente pensamos en todas las consecuencias negativas que acarrea, y de esos pensamientos al enfado o a la ira hay un paso.

La cuestión es, ¿no serías más feliz si pudieras evitar estas emociones? Pues la respuesta es que SI puedes evitarlas. ¿Puedes controlar tus pensamientos? Pues si las emociones provienen de tus pensamientos, entonces puedes controlar tus emociones. Así de simple.

Las frases anteriores, formuladas con sinceridad deberían ser:

Yo permito que tu comportamiento me ofenda

Yo acepto que tu actitud me haga sentirme como un tonto

En la presencia de esta persona elijo ponerme enfermo

En atascos opto por ponerme nervioso

He dejado que lo que has dicho me hiciese llorar

Tú eres el único responsable de cómo te sientes, y aunque sea más cómodo hacer responsable a los demás, sólo empezarás a sentirte mejor cuando te hagas cargo de tus propias emociones, y entiendas que si eres tú quien las provoca, tú tienes el poder de evitarlas. No es fácil hacerlo, pero es posible y créeme que vale la pena intentarlo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Sobre el miedo

El miedo es algo inherente al ser humano. Hay un miedo primitivo, instintivo, que funciona como mecanismo de defensa, poniendo en alerta todos nuestros sentidos para actuar frente a la percepción del peligro. Se trata de un miedo necesario y positivo para nuestra supervivencia. Pero hay otro miedo, psicológicamente más complejo, cuyo efecto más pernicioso es que puede llegar a bloquearnos emocional y personalmente.

Lo habitual es que afrontemos la vida evitando el miedo, es decir, huyendo de aquellas situaciones que puedan causarnos algún perjuicio, pues pensamos que así seremos más felices. Sin embargo, la mala noticia es que el miedo es algo inevitable, si queremos crecer.

Crecer como personas implica hacer cosas, tomar decisiones, explorar nuevos campos, cambiar lo que no nos gusta... y ahí siempre estará el miedo presente.

En este punto, creo que podrán ayudarte estas reflexiones:

1) Lo que realmente nos asusta no es que algo pueda ocurrir, si no el hecho de creer que no seremos capaces de afrontarlo. Esa inseguridad y falta de confianza en nosotros mismos es la que nos bloquea e impide avanzar. Luego, trabajando y mejorando nuestra autoconfianza, podremos crecer, y seremos más libres para decidir sobre nuestra vida.

2) Tenemos que asumir que, mientras sigamos creciendo, el miedo nunca desaparecerá. Cada vez que superemos una situación sobreponiéndonos al miedo, otra vendrá que nuevamente nos asustará.

3) Todo el mundo, sin excepción, siente miedo al pisar terreno desconocido. No es un problema que sólo tengamos algunos de nosotros y otros no. La diferencia está en confiar o no en que afrontaremos lo que venga.

4) La única manera de liberarse del miedo a hacer algo, es hacerlo.

5) Vencer el miedo asusta menos que vivir permanentemente con el miedo presente en la continua sensación de impotencia.

6) La represión de nuestros deseos como consecuencia del miedo, es la semilla de la angustia, que irá creciendo en nuestro interior, alimentada en cada ocasión en que dejemos que el miedo controle nuestra vida.

Ahora, cada vez que la sensación de miedo aparezca en tu vida, siéntela como algo normal, humano, y no dejes que sea ese miedo lo que te impida hacer lo que deseas. Vence el miedo, y alejarás la angustia. Confía en tu capacidad para afrontar cualquier cosa que pueda ocurrirte, y serás libre.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Somos imperfectos

Somos imperfectos. Sin embargo, cada día nos ponemos el traje de la perfección y salimos a encontrarnos con el mundo procurando que nadie nos desvista, que nadie descubra nuestras debilidades. Pero cuidado, debe ser un vestido con cierre hermético, estanco, pues una simple fisura, y los demás penetrarán en su interior, como el agua, inundándolo todo.

Tal vez sería mejor, en lugar de emplear tanto tiempo en construir una presa que nos proteja y oculte nuestra debilidad, dejar que el agua fluya a través de nosotros, de forma natural. Somos imperfectos, aceptémoslo, y nos temamos aceptarlo frente a los demás. Sólo asumiendo nuestra imperfección, y dejando que el mundo discurra naturalmente en nosotros, todo lo auténtico y hermoso, lo más sólido que hay en nosotros, permanecerá intacto y se mantendrá en la superficie. Ya no seremos más un muro de hormigón, o un campo anegado de agua y fango. Nos fundiremos con el mundo y con las personas que en él nos vayamos encontrando, creando un paisaje de ríos y valles, montañas y bosques, en constante transformación, vivo.

martes, 17 de noviembre de 2009

De la seducción

He leído que en una reciente entrevista, el empresario de moda Adolfo Domínguez opina lo siguiente:

"En la vida el ejercicio de seducir es mucho más importante que el ejercicio del palo. Liderar una empresa es un ejercicio de seducción, hacia el exterior, hacia tus clientes, y hacia el interior, hacia tus empleados. En realidad, un empresario es un comunicador y un vendedor."

Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. En la vida, en las relaciones humanas del tipo que sean (y las relaciones personales son inherentes a la empresa), la seducción, controlada o espontánea, es algo que siempre está presente.

En muchas ocasiones la palabra seducción arrastra una carga negativa, reprobable. Sin embargo, me atrevería a decir que estamos intentando seducir a los demás casi continuamente.

Si definimos la seducción como aquel comportamiento dirigido a obtener una respuesta por parte de otro u otros, ¿acaso la relación personal no es esencialmente eso?

Nos cuesta admitirlo, porque moralmente no nos resulta fácil aceptar que todos nuestros actos son interesados; que antes de cualquier acción hay una intención. Pero si somos sinceros, y nos olvidamos del juicio sobre la bondad o la maldad de la intención, admitiremos que en la inmensa mayoría de los casos, siempre estamos intentando seducir a los demás.

Esta es la razón por la que creo que cualquier artista del encuentro, debe interesarse por conocer cómo actúan y funcionan los mecanismos de la seducción personal, si aspira realmente a dominar su arte.

jueves, 12 de noviembre de 2009

El artista del encuentro

La vida es el arte del encuentro, y la comunicación es su instrumento. El que utilice este instrumento de manera mecánica, intuitiva y espontánea, podrá ser llamado artesano; pero el que se esfuerce por usar la comunicación con suma perfección, merecerá ser llamado artista.

Así, el artista del encuentro siente la necesidad de comprender cómo funciona el complejo fenómeno de la comunicación entre las personas. Cuánto más se acerque a su dominio, más perfeccionará su arte y, por tanto, más rica y placentera será la experiencia mutua de su encuentro con los demás.

El artista del encuentro es entonces un artista de la vida, de la suya propia y de la vida de los que con él se vayan encontrando. Consciente de que en todas esas vidas, él tendrá la posibilidad de influir directa o indirectamente, el artista de encuentro aspira a dejar en ellas su personal impronta, y donde otros ven pura circunstancia, él ve la posibilidad de crear una obra de arte.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La vida es el arte del encuentro

La frase es de Facundo Cabral, cantautor argentino; La escuché por primera vez en un disco de bossanova, de Vinicious de Moraes, y lo cierto es que no le presté mucha atención. Diez años después, más o menos, he vuelto a escucharla y fue como una revelación, pues entendí todo su alcance. La vida es el arte del encuentro, desde luego, y esforzarse en dominar ese arte me parece un propósito vital apasionante, tal vez el único que tenga sentido realmente.

Descubrir el texto en el que Cabral reflejó esta idea ha resultado también fascinante, pues contiene esencia pura del vivir feliz. Estas son algunas de las gotas de esa esencia, con las que quiero impregnarme completamente:

"Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro)...Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices."

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo... Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos... Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí. Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa.

De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo...

Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón. Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor...Vive de instante en instante porque eso es la vida.

Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?. No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno.

Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas “no puedo ni en broma” porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.

Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella. El bien y el mal viven dentro de tí, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse.

Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida. Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.


Un buen punto de partida, ¿no?